Apostasía un Triunfo

Fuente : http://www.eldiariodeparana.com.ar/textocomp.asp?id=174768

APOSTASIA . La larga historia de la petición de Renzo Righelato
Accede la Iglesia a borrar bautizados de sus registros


Inició su trámite de apostasía de la fe católica en noviembre de 2007, aunque recién en junio último le informaron que habían aceptado el pedido.


De ese modo, consiguió que lo borraran de los libros de bautismo de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, donde había sido asentado ni bien nació.

La Iglesia es, como toda institución, también burocrática. La burocracia la recorre por sus cuatro costados, y todo trámite que inician los bautizados, los agnósticos, los casados, los divorciados, los unos, los otros, deberá sortear indefectiblemente trámites, burócratas, funcionarios, clérigos.

Eso le pasó a Renzo Antonio Righelato que en noviembre de 2007 comenzó una petición ante la Iglesia Católica: pidió que sea borrado de los registros eclesiásticos como bautizado.

Al arzobispo Mario Luis Bautista Maulión se lo planteó formalmente por escrito, y le dijo que su pretensión era dejar de formar parte “de estadísticas que avalen una religión oficial en la Nación en la que vivo, no pretendo delegarles ningún tipo de poder de representación, ya que no creo en sus ideas y dogmas”.

“Me considero un ciudadano autónomo, constituido por la cultura, pero conciente que el sistema perverso en el que vivimos (el que ustedes fomentaron, es decir el mercantilismo burgués) nos da la idea de que tenemos la libertad de poder modificar algunas de nuestras conductas y ésta es una de ellas”, eso le dijo.
En buen romance, esto: “Es objeto de esta carta solicitarle a usted que tramite mi apostasía a la fe católica, ya que por motivos ideológicos y pragmáticos no coincido con los dogmas de la Iglesia Católica, Apostólica, Romana”.

ASI NO. Fue y vino a la sede de la Curia. Así anduvo, yendo y viniendo, y nada, la carta, aquella carta, parecía condenada al olvido. Nadie había reparado en aquel texto, por párrafos, esa carta, incendiaria, por párrafos, panfletaria, por tramos, una clara declaración de principios de un muchacho de Paraná, nacido y criado en Paraná, un muchacho que quiere apostatar de la fe católica sin ninguna postura teológica ni filosófica. Sólo por un planteo político.
-Lo mío es político- reafirma.
El 26 de julio de 2008 volvió con una nueva presentación ante el Arzobispado, conciente de que aquella primera carta no tendría futuro. En vano esperó una respuesta: nunca llegó. La carta, esa carta, su pedido de apostasía, se perdió en los pliegues de la burocracia, y un buen día un burócrata le dijo que ése no era el camino, que había que hacer una tercera carta, y entregarla en las manos apropiadas.
El 26 de junio de 2009 Renzo Righelato pisó por enésima vez los mármoles blancos del ingreso a la Curia, y le pidió al arzobispo Maulión, “en su carácter de responsable de los archivos de registros bautismales de la República Argentina, y en atención a los deberes y atribuciones que le confieren los cánones 381.1 y 393 del Código de Derecho Canónico, con el objetivo de solicitarle se sirva ordenar que todo registro relativo a mi persona actualmente mantenido por la Iglesia Católica Apostólica Romana sea eliminado de inmediato, y que esa institución se abstenga de establecer en el futuro cualquier nuevo registro”.
Y que en ejercicio de derechos constitucionales había resuelto, eso le dijo al jefe de la Iglesia Católica local, “en plena conciencia, y con entera libertad, he resuelto que no deseo pertenecer a la Iglesia Católica Apostólica Romana, ni estar vinculado a ella de manera alguna, ni autorizar a esa institución a que lleve registro alguno sobre mis creencias”.
En representación del arzobispo, esa presentación, la tercera presentación de Renzo Antonio Righelato, la recibió el secretario canciller de la Curia, el sacerdote Hernán Quijano Guesalaga, y a los quince días la respuesta estaba lista, enviada por correo, formal la respuesta, concisa la respuesta, poco más de cuatro líneas.
Así: se comunica a Renzo Righelato que, atendiendo a su pedido, “se ha emitido el Rescripto Nº DI 05/09 del Sr. Arzobispo de Paraná por el cual se determina este cambio registral en su acta de bautismo en el Libro de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de la ciudad de Paraná: Acto formal de Defección de la Iglesia, 26/06/2009”.

SIGNIFICADOS. Los formalismos, bien leídos, pueden esconder secretas proposiciones. En la versión digital del diccionario de la Real Academia Española –ww.rae.es—se encuentra, sin ambages, el significado de aquella palabra inscripta en el documento eclesiástico firmado por el secretario canciller. Defección: “1. f. Acción de separarse con deslealtad de la causa o parcialidad a que se pertenecía”.
De apostatar, en cambio, el diccionario brinda los siguientes significados: “(Del lat. apostatâre).
“1. intr. Negar la fe de Jesucristo recibida en el bautismo.
“2. intr. Dicho de un religioso: Abandonar irregularmente la orden o instituto a que pertenece.
“3. intr. Dicho de un clérigo: Prescindir habitualmente de su condición de tal, por incumplimiento de las obligaciones propias de su estado.
“4. intr. Abandonar un partido para entrar en otro, o cambiar de opinión o doctrina”.
La palabra “apostasía” está incluida en el Código de Derecho Canónico (canon 751) como “el rechazo total de la fe cristiana” y “el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice”.

La apostasía es la renuncia a la fe cristiana recibida por medio del bautismo. Es decir, la renuncia explícita y voluntaria a las creencias y dogmas de la Iglesia que, según la creencia cristiana, son recibidas en el bautismo por medio del Espíritu Santo, aunque en ese instante no se tenga conciencia de ello, ni se posea capacidad crítica para decidir si estará o no dispuesto algún día a abrazar voluntariamente dicha fe.

No habiendo en el cuerpo jurídico que rige la vida de la Iglesia, el Código de Derecho Canónico, un procedimiento claro para esa renuncia, las personas que quieren seguir ese camino, deben hacer una presentación formal ante el obispo diocesano en la que lisa y llanamente requieren que sus datos filiatorios personales sean eliminados de los registros, básicamente de los libros de bautismo.

Que además esa renuncia se haga mediante un instrumento jurídico que dé cuenta de la apostasía, y para eso se amparan en la Ley de Habeas Data, y que ese acto sea comunicado por escrito al peticionante. La Ley Nº 25.326, de Protección de Datos Personales, o Habeas Data, protege los datos personales asentados en archivos, en este caso, los asientos parroquiales de los bautizados.

“El planteo mío es un rechazo a las instituciones que nos oprimen, y es un planteo político. Yo no quiero cargar con este tipo de instituciones. Pero también hay una crítica a lo que es la Iglesia Católica, que este año va a recibir 26 millones de pesos del Estado argentino. Cada uno puede creer lo que quiere y en lo que quiera, o pensar lo que quiera. Yo quiero cuestionar estas estructuras, y pensar qué hacer de acá en adelante, y si queremos seguir subordinados a esta moral, a esta política, a esta ética, a estas normas”, dice.
—¿Vos cómo te definís?
—Ateo. Pero yo no planteo un debate teológico. Hago un planteo político. Yo no quiero sostener estas estructuras. Esa es la idea.


La apóstata

Jorgelina Londero es una periodista que se desempeña en Santa Fe y que también siguió el mismo sendero que Renzo Righelato, y consiguió que la Iglesia le diera una respuesta favorable a su pedido.
“El pedido de apostasía de mi parte tiene que ver con una divergencia ideológica que mantengo hacia la postura de la Iglesia, con esta iglesia verticalista, jerarquizada y patriarcal”, señala.
En ese sentido, recuerda que el clero “ha manifestado públicamente que quienes somos bautizados no podemos estar de acuerdo con el uso del preservativo, que no podemos estar de acuerdo con el derecho de la mujer a decidir qué hacer con su cuerpo y que además debemos negar las distintas identidades sexuales”.

“No puedo seguir siendo un número dentro de una institución que está muy lejos de mi postura ideológica. Pedí la apostasía porque no acuerdo con estos mandatos, porque como feminista tenía que decir que no es posible que en pleno siglo XXI y en los tiempos que vivimos, que con violencia eliminamos lo que otros desean, o necesitan o quieren, que no podemos seguir negando derechos de semejantes”, señala.

Aunque admite que “lo pensé muchísimo” señala que cuando pudo finalmente iniciar el trámite cayó en la cuenta que resulta muy fácil conseguir la apostasía, y celebró la posibilidad de que otros en su misma situación y pensamiento puedan seguir el mismo camino.

“En realidad, es un trámite simple en relación a otros trámites en otras instituciones. Ojalá muchas otras personas se decidan a hacerlo. De otra forma, el número le sirve a la iglesia para decir que el 90 % de los argentinos estamos de acuerdo con lo que pueden decir el Vaticano o los obispos en determinado tema o momento”, puntualizó.

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